Alumnos y alumnas de segundo año junto a su profesora de Lengua y Literatura, Cristina Torres, leen y ponen en común la novela de Kene Laaberbol, El Portal de la sombra. Inspirados por su interpretación del texto, los jóvenes lectores proponen un capítulo más en la novela, el número XXV y la escritura propia abre paso a la autoría del lector.

Julieta Fernández 2°D

Capítulo 25

Aian había terminado su chocolatada. Dejó la taza sobre la mesa y se quedó mirando el techo. Lo miré de reojo y me quedé pensando en todo lo que había ocurrido, en todo lo que había averiguado sobre mí. Observé a mí alrededor: todo estaba destrozado y abandonado. Me puse de pie y me dirigí hacia el cuadro roto de mi madre. La extrañaba y también a papá. Entonces algo me iluminó la mente, algo como un resplandor. No quería vivir aquí, me sentía sola y me traía feos recuerdos, quería volver a Tierra-Noche, quería vivir junto a mi familia y amigos.

Tomé la llave y se la enseñé a Aian.

-Vamos- le dije. Él asintió sin problemas.

Nos tomamos de la mano y caminamos hacía el portal. Una vez allí, hice girar la llave.

Me gustaba Tierra-Noche y mi vida allí, donde mis sueños se hacían realidad. Ahora volvía a sentirme feliz.

Capítulo 25

Ya habían pasado varios meses desde la última vez que vi a Nera y a los habitantes de Tierra-Noche, había aceptado mi madre Kara ,o una de las mitades de mi madre, que nos reuniéramos usualmente frente al portal, ella del lado de su mundo y yo del mío. A quien realmente extrañaba era a Héroe, mi comunicador de pensamientos cuando yo no podía expresarlos oralmente, aquel joven que fue mi protector en aquel mundo aunque él me “traiciono” según decía Justus, el tío de Héroe. Tenía tantas preguntas que necesitaban respuestas…¿Qué será de su vida? ¿Estará salvando personas? ¿Estará cumpliendo una misión? Y la pregunta del millón: ¿estará con vida o su tío ya lo mató o tal vez alguien más? No lo sé, solo espero que esté bien y a salvo.

Me encontraba acostada en el sofá de la sala en mi verdadera casa, en el único lugar que me hacía sentir segura y sin miedos. Sentí el abrir de la puerta, su ruido me hacía doler la cabeza.

-¿Papá? –No escuchó respuestas a mi pregunta

– ¿Aian, eres tú? – Lo dije con un nudo en mi garganta- ¿Quién es?

Me asusté tanto que me levanté sin omitir ningún sonido y tomé un palo de amasar que encontré encima de la mesada ¿De qué me serviría? No lo sé, pero era lo primero que encontré, seguía sin recibir respuestas así que me aferré al palo de amasar y miré fijamente la puerta.

– ¡Anna!

 Una voz gruesa gritó desde la puerta 

 -¡Ah!

Me caí hacia atrás dejando caer el palo de amasar

-Jeje -se escuchó una risa acercándose a mí- Soy yo, Aian

-¡Idiota! –

Me levanté furiosa y crucé mis brazos algo avergonzada

– ¿Quieres matarme verdad? ¿Por qué no avisas que vendrías?

-Mm no lo sé, quizás porque vivo aquí – dijo entre risas.

Aian vivía con nosotros ya hacía varios meses, eso me hacía realmente feliz, aunque, no dudaría mucho tiempo mi felicidad ya que se iría apenas consiga un lugar donde quedarse y nada ni nadie lo podría convencer de que se quede. Muchas veces lo había intentado. Fuimos novios desde aquel día en el que yo me declaré o algo parecido en su yeso,y por otro lado Aian ya no se juntaba con esos brabucones prefería quedarse conmigo en los recreos.

Anna-Anna clara, aún sigo aquí…

Esa frase se repetía cada noche al dormir, era una especie de sueño-visión ya que podía ver a mi madre, Nera y Kara, tomadas de la mano diciendo una y otra vez aquella frase. Pero esta vez algo cambio en mí, era mi miedo, ya no lo tenía. Si Nera volviera junto a su ejército estaría esperando ansiosa su visita.

Capítulo 25 – 10 años después

Aian y yo nos dirigimos hacia Tierra-Noche. Él lleva en brazos a nuestro pequeño hijo, Stiles.

Cuando cruzamos el portal, caminamos a través del pueblo, que ahora era realmente hermoso, lleno de vida. Entramos al bosque y una oleada de sueños salvajes nos atacó y me llegó un recuerdo de hacía diez años atrás, cuando cruzaba este bosque de la mano de Héroe.

Llegamos a la casa de Madame Lone y allí estaban todos. La dueña de la casa, claro, acompañada de Ladrido y Chasquido; Selena y Héroe, que ahora estaban juntos y tenían un pequeño niño Puño de Hierro. Justus también estaba ahí. Me sorprendió verlo, tenía la imagen de él a punto de matar a su sobrino grabada en la mente. Apenas me vio llegar se me acercó rápidamente.

-Lo siento – dijo – me di cuenta de lo mal que estuve actuando, poniendo mi cargo de militar sobre la única familia que me queda, Héroe. Él ya pudo perdonarme, ahora espero que tú, heredera de la llave y reina de Tierra-Noche, puedas hacerlo.

Me quedé observándolo unos segundos. Lo que había hecho era grave, pero se veía realmente arrepentido y dispuesto a comenzar una nueva relación con su sobrino. Asentí.

-De acuerdo, pero espero que puedas hacer de un verdadero tío para Héroe a partir de ahora.

Me acerqué a Madame Lone. Ella me saludó alegremente y corrió a ver a Stiles, que jugaba con Aian, Ladrido y Chasquido. Y ahí los vi. Adam y Kara, mis padres. Corrí a abrazarlos. No los veía tanto ahora que yo vivía con Aian en nuestra antigua casa en Tierra del Sol y ellos aquí, en Tierra-Noche. Además, se habían ido un mes de vacaciones a un lugar de este mundo que yo no conocía, y los extrañaba.

Después de un largo rato de charla poniéndonos al día, hubo silencio.

– ¿Y? – pregunto Héroe señalando a Stiles – ¿Ya saben qué es?

– No, – comenzó Aian – estuvimos observando, pero no encontr…

– Esperen un momento. – intervino Madame Lone – Cuando jugábamos creí ver algo en su espalda, detrás del hombro.

Me acerqué a Stiles y le corrí la remera. Era cierto. Una pequeña media luna se asomaba en su espalda.

– ¿Qué significa? – preguntaron Aian y Héroe al unísono.

Después de unos segundos de silencio, mi madre dijo:

-No lo sé, pero espero que sea algo que lo ayude a gobernar Tierra-Noche.

La miré. Después de todo, es el heredero de la llave.

Martina Quirinali

2º “B”

Alumno: Gianella Gonzalez

Curso: 2 D

Capítulo 25

Luego de terminar de dibujar el corazón en el yeso, miré a Aian con ojos cristalinos, planté una mirada muy profunda, los dos nos mirábamos pero no pronunciamos ni una sola palabra, creo que tratábamos de entender qué sentía el otro. De un momento a otro, sentí mis mejillas húmedas, me di cuenta que lágrimas se deslizaban por mi cara. Aian me dio un gran abrazo, de la nada, sentí un impulso de reír aun llorando, era un momento de desahogo, todo había terminado bien, al fin pude saber quién realmente era,  qué había pasado con mi madre ,qué me ocultaban, todo.

     Mi vida cotidiana iniciaba nuevamente, tenía que ir al colegio por la mañana, Aian se quedó a vivir conmigo y mi padre. Solíamos visitar seguido Tierra-Noche, con más frecuencia mi padre, ahí se encontraba mi madre, a pesar de no serlo, ella era MI madre.

           Mi padre encontró un trabajo que nos dejaba mucho dinero, este lo usamos para remodelar nuestra casa. Luego de terminar de arreglarla los tres nos mudamos, era un hermoso espacio en el que sentía mucha tranquilidad.

Estaba hablando con mi padre hasta que sentí una especie de hormigueo en mis brazos y piernas, desperté, la luz era demasiado clara, por lo que me costó gran trabajo poder abrir mis ojos. Se me hizo extraño no veía claramente, la habitación en donde me encontraba era completamente blanca, sentí un dolor algo agudo en mi brazo, giré mi cabeza para mirar qué era lo que lo causaba, me encontré con una especie de cable introducido en mi brazo, asustada, miré a otro lado y vi una silueta que se aproximaba, mi respiración se volvió irregular…¿qué estaba pasando? Al ver con más claridad, pude ver que era una señora y estaba llorando, ella llamó a unos doctores, estos vinieron  muy rápido y me revisaron. Luego de unos minutos pude hablar – ¿Qué pasa?- logré decir con algo de dificultad –Sé que es difícil de entender, sufriste un accidente en donde quedaste en coma por mucho tiempo, te llamas Lucy, es un milagro que estés despierta –respondió el doctor, me quedé completamente en shock, al final todo fue tan solo una simple ilusión.