Reseña Histórica de la Institución
Por Susana Cichero
Formar personas en ciencia y conciencia…
“Voy por siempre vagando en esta playa entre la arena y la espuma.
La marea borrará las huellas de mis pies y el viento esparcirá la espuma.
Pero el mar y la playa continuarán por siempre.”
Khalil Gibran
Queremos caminar junto a los que caminan. No queremos permanecer inmóviles, contemplando la procesión del tiempo, porque sentimos que en todos nosotros los bautizados, ha sido puesta una semilla misionera y toda semilla es un anhelo.
Dejarla germinar, darle su lugar, tiempo y cuidado para que fructifique, es la tarea diaria, ardua, muchas veces ingrata, pero cierta también.
A nadie le agrada (consciente o inconscientemente) que la consideren “estéril”. Por eso la cuestión es despertar esa faceta: ser sembrador, ante sequías, inundaciones, contra vientos o… simplemente con la íntima satisfacción de tomar la tierra y prepararla con amor, para ver (o no) su respuesta una vez “trabajada”.
La importancia del hombre no reside en lo que logra, sino en lo que ansía lograr. De ahí hubo un: “Hoy, multiplicaremos nuestro valor un ciento por ciento”.
Fue con el convencimiento interior que, como el viento cálido hace madurar el trigo, los mismos vientos llevarían sus voces a aquellos que quisieran escuchar y las palabras anunciarían sus metas.
Para aquel pequeñísimo grupo de “sembradores” poner sus manos abiertas dentro de la tierra y… esperar que las semillas cayesen en suelo fértil, fue el objetivo de sus vidas, adquiriendo, poco a poco, el hábito de no cejar nunca…
Ser desde el inicio un nexo entre los hombres, con sus inquietudes y desconocimientos y el amor divino, se transformó en un lema: “CON ESTE SIGNO VENCERÁS”
Dije a las hojas: “¡No se muevan!”
Me dijeron: “No podemos; es el viento”
Le dije al sol: “¡No te escondas!”
Me contestó: “¡No puedo; viene la noche!”
Le dije al Cricifijo: “¡Olvídate de mí!”
Me respondió: “No puedo; te AMO”…
Esa fue la base sólida de un puente que, partiendo de la nada, pudo ser pisado año tras año por pies inseguros que dejaron huellas profundas en su caminar constante.
Aquel puñado de soñadores había aprendido bien la lección de la luciérnaga, que proyecta su luz solamente cuando vuela, cuando está en acción, dejando que ella guíe en la penumbra. Amor traducido en servicio, simplemente. Y así, según 2 Cor. 6,2: “Ese fue el tiempo favorable”…
Así se organizó un verdadero Centro Parroquial: el de Educación y Cultura “Mons. Fermín E. Lafitte” en honor del Arzobispo que creó la Parroquia del Carmen, años antes.
Corrían los años:
El tiempo y el número creciente de alumnos de cada Escuela e Instituto, sumado a la necesidad de ir incorporando cursos y personal docente, fue desgranando aquel Centro primitivo que centralizó organización sin burocracia, honestidad y accionar conjunto.
Cada unidad educativa formó su administración, con Directivos y Representantes Legales según su estilo y política educativa. Pero la Escuela Primaria, el Jardín de Infantes y el Instituto Bernardo D´Elía, quedaron ligados, hasta el momento, aunque más no sea por compartir el mismo edificio.
Haciendo un poco de historia tenemos que recordar, dónde comenzaron su accionar educativo, con cuántos alumnos funcionaron desde 1961 y quiénes formaron el plantel docente; incorporando, luego las respectivas Ligas de Padres, como justo homenaje a su memorable tarea.
Las tres instituciones iniciaron su labor en las instalaciones de la casa y anexos, propiedad de las Hnas. Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, sito en 9 de Julio 450 (hoy calle Luther King y demolida).
Otras mudanzas… juntas o separadas (año 1965 el Jardín de Infantes, Primaria y Secundario se mudan al Hotel Yolanda).
En 1966, la Escuela Primaria y el Jardín de Infantes, se trasladaron al edificio propio (en construcción) sobre el terreno donado por Doña Margarita A. de Paz, ubicado al pie de la Cruz (actual asentamiento del Instituto Remedios E. de San Martín). Debido a la gran cantidad de alumnos, el Jardín de Infantes va a la casa de la familia Greco y la Escuela Primaria a la Hostería Alcazaba (Av. Estrada).
Desde ese entonces y hasta 1969 desarrolló su actividad haciendo caso omiso a distintas dificultades: de espacio físico, carencia de muebles y útiles y hasta una inundación (un Viernes Santo), que obligó al personal a salir por las ventanas, tratando de salvar lo más posible, dado el caudal de agua y barro que descendía de la sierra. ¡Todo a pulmón! arremangarse, descalzarse y seguir la labor…
Hombro con hombro, maestros, padres y alumnos, fueron dando forma a una compacta comunidad educativa que fue creciendo. Se cumplía el verdadero sentido evangelizador.
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