El tiempo de descanso vivido seguramente ha sido reparador, gratificante y ha renovado nuestras energías, para que hoy podamos empezar con ganas fortalecidos en un nuevo año escolar.

Un nuevo año… que significa comenzar de nuevo, con nuevas esperanzas, con nuevos proyectos… y con la ilusión de que este año sea todavía mejor que el anterior.

Animados por el lema pastoral 2018, “El Hijo nos invita a seguirlo“, y reconociendo la riqueza de la diversidad presente en nuestra comunidad, aprovechemos la oportunidad de mirarnos como hermanos, reconociéndonos, comprendiéndonos, caminando juntos hacia una espiritualidad que hable de cercanía y no de distancias.

Educar, es un trabajo apasionante que se sostiene desde la construcción colectiva que maestros y profesores realizan en conjunto en el cotidiano de sus aulas, en los recreos, en los vínculos que tejen con los alumnos, con las familias y otros miembros de la comunidad.

Cada niño nace con una llama dentro de sí. Una llama interior de asombro y potencial para empezar el camino que tenemos por delante, encendiendo la curiosidad, alimentando las pasiones. Pero a  veces esta llama es desafiada desde adentro y desde afuera, puede parpadear bajo presión, puede ser sofocada por dudara  de uno mismo. Aunque los niños a veces puedan tropezar, jamás estarán perdidos. Los maestros estarán protegiendo esa llama a cualquier costo,  junto con los cuidados de la familia.

Los maestros permanecen al lado de cada alumno, a través de las alegrías de la vida y a veces del dolor. Estos guardianes de la llama pueden ayudar y pueden guiar. Comparten la llama del aprendizaje que arde brillantemente desde su interior. Estos maestros conocen el corazón del niño, valoran todo tipo de inteligencia. Los maestros ayudan a cada niño a subir más alto, más lejos a través del tiempo y mantener su lucha en su búsqueda de aprender y vivir lo que mejor saben hacer. Los maestros celebran los triunfos y dan refugio en la tormenta. Para mantener esa luz que guía firme, brillante y cálida. Y así es  tiempo de hacer brillar la luz sobre ellos.  A estos guardianes de la llama les agradecemos por su pasión  y les damos un gran aplauso por su conocimiento e investigación, la ciencia y el  arte que les permite ser administradores de la mente y del corazón.

Para mejor en nuestras escuelas tenemos una alternativa, escuchar la voz del maestro. Muchas voces a lo largo y a lo ancho de quiénes protegen la llama interior de cada estudiante. Con la experiencia de saber qué es lo correcto  para mantener cada espíritu ardiente y brillante.

Así que escuchemos a nuestros maestros conforme  imaginamos escuelas que mantengan todas las llamas encendidas y permitan a cada niño brillar.

“La educación no es llenar un balde, sino encender el fuego”

¡BIENVENIDOS!

NOS ESPERAN MUCHAS HORAS Y COSAS QUE COMPARTIR EN ÉSTA, NUESTRA ESCUELA.